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La barba en remojo 02: La lógica del escorpión

 


Texto de mi segmento radial "La barba en remojo", capítulo 02, lunes 06 de septiembre de 2024, programa "Amigxs del Rock", Radio Universidad Villa María.


La fábula de la rana y el escorpión, aunque simple en su narración, guarda una profundidad simbólica que invita a reflexionar sobre la naturaleza humana y las contradicciones intrínsecas de nuestro comportamiento. La historia es conocida: el escorpión le pide a la rana que lo ayude a cruzar el río, prometiendo que no la picará, ya que hacerlo implicaría la muerte de ambos. A mitad del trayecto, el escorpión no puede evitarlo y pica a la rana, condenando a ambos. “Es mi naturaleza”, dice, justificando su acción irracional.
Este relato es el perfecto retrato de nuestra época líquida, como diría Zygmunt Bauman (2000), una sociedad en la que las certezas se diluyen y las estructuras que otrora nos ofrecían un marco sólido para interpretar la realidad hoy son volátiles y efímeras. Así como el escorpión actúa en contra de su propio interés, muchas veces el ser humano actual, atrapado en su inercia y comodidad, se niega a ejercitar la crítica, incluso cuando esta podría salvarlo del naufragio colectivo.
La lógica del escorpión está profundamente arraigada en nuestra incapacidad para cuestionar lo que está mal, ya sea en nosotros mismos o en los otros, especialmente cuando esos "otros" son personas a las que amamos o respetamos. Vivimos en una sociedad que ha hecho del evitar el conflicto un imperativo, donde se elude el pensar críticamente para no "hacer olas", para no poner en riesgo la superficial estabilidad de las relaciones humanas. Pero esta lógica es, en esencia, destructiva. Al no señalar los errores de aquellos que amamos, lejos de protegerlos, contribuimos a que sus fallas se profundicen, anclándolos en una espiral autodestructiva.
En estos tiempos de pensamiento "light", lo más irónico es que nos hemos convencido de que la felicidad radica en la aceptación total y sin crítica de cualquier comportamiento, idea o acción. Si a nuestros seres queridos les señalamos sus errores, corremos el riesgo de "dañar la relación", y si nos atrevemos a cuestionar ideas dominantes, inmediatamente se nos tilda de intolerantes o retrógrados. En lugar de analizar las cosas, preferimos nadar en las aguas tibias del conformismo, cerrando los ojos ante la picadura del escorpión, como si eso nos salvara de sus efectos. La crítica, para muchos, es vista como un ataque, cuando en realidad, es el único camino para el crecimiento. Al igual que la rana, muchos aceptan llevar al escorpión a cuestas, creyendo en la buena fe de la naturaleza humana, sin cuestionar la verdadera esencia del peligro que acechan en sus propias espaldas.
Bauman (2000) nos advierte sobre los peligros de esta liquidez: al no existir estructuras sólidas, todo parece intercambiable y relativo, incluso la verdad. Nos refugiamos en corrientes de pensamiento positivista que nos dicen que "todo está bien" mientras tengamos una actitud positiva ante la vida. Nos engañamos con la idea de que la realidad puede ser moldeada únicamente por nuestra percepción optimista, ignorando las complejidades y contradicciones inherentes a la existencia humana. De esta manera, como sociedad, vamos aceptando cualquier cosa que nos venden, desde ideas superficiales hasta productos culturales carentes de sustancia, simplemente porque confrontarlos resultaría incómodo.
La naturaleza del escorpión, entonces, no es solo un rasgo individual, sino un reflejo de la tendencia humana a la autodestrucción cuando se elude el ejercicio crítico. No cuestionamos porque es más fácil no hacerlo, porque la crítica verdadera requiere esfuerzo, valentía y, sobre todo, la posibilidad de incomodar tanto a los demás como a nosotros mismos. Nos escondemos detrás de máscaras de tolerancia y corrección política, pero en realidad, lo que tememos es la confrontación con lo que está mal en nuestras propias vidas.
La relación entre el escorpión y la rana también nos lleva a pensar en la dinámica del poder y la manipulación en nuestras sociedades. ¿Cuántas veces permitimos que alguien o algo nos lleve a nuestra propia ruina simplemente porque evitamos la crítica, porque preferimos ser complacientes? El conformismo y la falta de opinión crítica son formas de sumisión que nos llevan a aceptar pasivamente las decisiones, actitudes y sistemas que, como el escorpión, no dudan en picarnos a mitad de camino.
En este sentido, pensar críticamente no es solo un derecho, sino un deber moral. No hacerlo, como la rana, nos convierte en cómplices de nuestra propia destrucción. Hay una cita de Eduardo Galeano que resuena profundamente en este contexto: "La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será" (Galeano, 1971). No podemos avanzar si no tenemos el coraje de mirar atrás y criticar lo que fue, lo que es, y lo que está mal. Y no podemos cambiar si no tenemos la audacia de enfrentar nuestras propias contradicciones, tanto individuales como colectivas.
La lógica del escorpión es, en última instancia, un llamado a abandonar la comodidad del conformismo y a abrazar el riesgo de la crítica, incluso cuando esta pueda resultar dolorosa. Solo así, dejando de lado la superficialidad de los tiempos líquidos y abrazando la complejidad de pensar diferente, podremos construir una sociedad más auténtica y menos propensa a sucumbir ante su propia naturaleza destructiva.

Lic. Marcelo J. Silvera



Referencias 
Bauman, Z. (2000). Liquid modernity. Polity Press.
Galeano, E. (1971). Las venas abiertas de América Latina. Siglo XXI. 
 
Registro del segmento en el canal de Youtube de Amigxs del Rock:
 

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