Swift

La efímera memoria digital


Vivimos en una época donde la tecnología no solo ha modificado nuestra manera de comunicarnos, sino también la forma en la que registramos y recordamos nuestra existencia. La dependencia de plataformas digitales como Facebook para conservar nuestros recuerdos plantea una serie de interrogantes filosóficas sobre la naturaleza de la memoria y la identidad en la era digital. ¿Qué sucede cuando confiamos nuestros recuerdos más preciados a servidores que pueden desaparecer de un momento a otro? ¿Estamos construyendo una memoria sólida o simplemente acumulando datos efímeros?

Según Platón, en su diálogo Fedro, la escritura fue vista como una amenaza para la memoria natural del hombre. Sócrates argumentaba que confiar en las letras haría que las personas olvidaran el arte de recordar, sustituyendo la memoria viva por signos externos y pasivos (Platón, 1997). En un sentido contemporáneo, podríamos decir que Facebook y otras redes sociales son las nuevas letras que amenazan con despojar nuestra capacidad de recordar de manera autónoma. Al delegar la tarea de recordar a algoritmos y servidores, corremos el riesgo de perder el control sobre nuestra propia historia.

Nos jactamos de vivir en la era de la información, y sin embargo, estamos más cerca que nunca de perder nuestra memoria colectiva. Nos aferramos a la idea de que nuestros recuerdos están seguros en la nube, sin darnos cuenta de que esta nube podría desvanecerse tan fácilmente como un sueño olvidado al despertar. Las fotos no impresas, los mensajes no escritos en papel, y los recuerdos no narrados en voz alta son vulnerables a la volatilidad del código binario.

De hecho, ya hemos perdido pasado. Las primeras imágenes y notas que subimos a la red social de Mark Zuckenberg, en los albores de aquella novedosa plataforma, desaparecieron. El servidor en que se alojaban era externo y al desvincularse se llevó consigo fragmentos de nuestras vidas.

En este contexto, la falta de registro y la pérdida de memoria colectiva se convierte en una metáfora potente de nuestra generación actual. Si llegara un apocalipsis, como sugiere Hollywood, y perdiéramos acceso a nuestras tecnologías digitales, ¿qué quedaría de nosotros? La generación actual podría pasar a la historia como una era sin huellas, un periodo de tiempo en el que la memoria se perdió en el limbo digital.

Borges, en su cuento Funes el memorioso, explora la idea de una memoria absoluta. Funes es un hombre que recuerda cada detalle de su vida con una precisión insoportable, incapaz de olvidar nada. A pesar de su memoria prodigiosa, Funes está atrapado en su presente continuo, sin capacidad de abstracción o síntesis (Borges, 1944). En contraste, nosotros somos Senuf, una especie de Funes al revés: recordamos tan solo lo que nuestros dispositivos deciden preservar, y estamos en peligro de olvidar lo que no hemos digitalizado.

Esta dependencia tecnológica también plantea un desafío a la autenticidad de nuestros recuerdos. Los recuerdos que Facebook nos devuelve año tras año, los eventos y fotos que nos sugieren revisitar, están filtrados por algoritmos que no tienen capacidad para distinguir lo significativo de lo trivial. ¿Es esta una forma genuina de memoria o simplemente una simulación de la misma?

Debemos cuestionarnos si queremos que nuestra existencia dependa de la fragilidad del almacenamiento digital. Quizás sea momento de volver a las prácticas más tangibles, como imprimir fotos, escribir cartas y mantener diarios físicos. De esta manera, no solo preservamos recuerdos, sino que también recuperamos la agencia sobre nuestra propia historia.

La memoria digital es una herramienta poderosa pero peligrosa. Al depender de ella, corremos el riesgo de perder no solo nuestros recuerdos, sino también nuestra identidad y nuestra historia colectiva. Debemos encontrar un equilibrio entre la conveniencia de la tecnología y la necesidad de mantener prácticas que aseguren la preservación de nuestra memoria en formas que trasciendan la volatilidad del código binario. Si el cinematográfico apocalipsis llega, Facebook no nos recordará si fuimos felices o no.

Lic. Marcelo J. Silvera


Podría ser de interés:

0 comentarios