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El eco del silencio: Chomsky y la falsedad de su propia muerte


 
La noticia de la supuesta muerte de Noam Chomsky se difundió como un incendio forestal en los medios de comunicación globales este 18 de junio de 2024. Esta situación, lejos de ser una mera anécdota, sirve como una ilustración perfecta de las críticas que el propio Chomsky ha lanzado contra el aparato mediático a lo largo de su vida. ¿Cómo es posible que una información tan crucial y verificable se propague con tal rapidez y sin el debido escrutinio? Para responder a esta pregunta, debemos recurrir a las ideas del propio Chomsky sobre los medios de comunicación y su función en la sociedad.
En su libro Los guardianes de la libertad (1990), coescrito con Edward S. Herman, Chomsky argumenta que los medios de comunicación actúan como mecanismos de propaganda que sirven a los intereses de las élites políticas y económicas. Según esta perspectiva, los medios no son simples transmisores de información objetiva, sino actores con agendas específicas que manipulan y moldean la realidad percibida por el público (Herman & Chomsky, 1990). Esta teoría se materializa en eventos como la falsa noticia de su muerte, donde la verificación de hechos y el rigor periodístico se sacrifican en el altar de la velocidad y el sensacionalismo.
Es irónico, casi como si el universo quisiera hacer un chiste cósmico, que Chomsky, un crítico feroz de los medios, se convirtiera en víctima de la misma maquinaria que ha pasado décadas denunciando. Es como si, al estilo del 1984 de Orwell, la realidad misma fuera manipulada para demostrar una vez más la validez de sus argumentos. Tal vez podríamos imaginar a Chomsky sonriendo con una mezcla de frustración y resignación ante este episodio, viendo cómo su crítica se valida no por la razón, sino por la farsa (y la vagancia intelectual de no tomarse el tiempo y el trabajo de chequear).
La rapidez con la que se difundió esta noticia falsa revela otra capa de la crítica chomskiana: la superficialidad de los medios en la era digital. En lugar de investigar y confirmar la veracidad de la información, muchos medios prefieren ser los primeros en reportar, priorizando la inmediatez sobre la precisión. Esta tendencia es exacerbada por la lógica de las redes sociales, donde la viralidad y el clic son las monedas de cambio. La noticia de la muerte de Chomsky se propagó no porque fuera cierta, sino porque era jugosa, impactante y, sobre todo, clickeable.
Allá por 1992, cuando el mundo no se conectaba tan velozmente y chequear información era un proceso mucho más complejo y largo, Mario Pergolini "mató" a otra celebridad. Al aire dijo que Phil Collins había fallecido. La información comenzó a recorrer radios, canales, redacciones... La palabra de un comunicador parecía tener cierto valor por entonces y dieron crédito a la noticia que, evidentemente, era falsa.
Chomsky ha argumentado que los medios de comunicación están diseñados para distraer y desinformar a la población, desviando la atención de los problemas estructurales y sistémicos. En este contexto, la difusión de noticias falsas no es un error accidental, sino una manifestación de una función más amplia de control social. Al enfocarse en la inmediatez y el sensacionalismo, los medios mantienen al público en un estado de distracción constante, incapaz de cuestionar las narrativas oficiales o de organizarse en torno a causas significativas (Chomsky, 1991). 32 años después, entendemos que el periodismo debería haber aprendido algo, sin embargo acá estamos nuevamente desmintiendo una muerte.
La cultura latinoamericana, con su rica tradición de crítica y resistencia, ha encontrado en Chomsky una fuente de inspiración constante. Obras como el documental Noam Chomsky: Rebelde sin pausa (2003) del director Oliver Stone, resuenan en un continente que ha sufrido las consecuencias del imperialismo y la manipulación mediática. El eco de Chomsky se siente en las calles de Buenos Aires, en las aulas de Ciudad de México y en los cafés de Bogotá, donde su pensamiento crítico y su defensa de la justicia social encuentran terreno fértil.
En última instancia, el episodio de la falsa muerte de Chomsky nos recuerda la importancia de mantener una actitud crítica frente a los medios de comunicación. Nos invita a cuestionar no solo las noticias que consumimos, sino también las estructuras de poder que las producen y difunden. Como decía Chomsky, "la responsabilidad de los intelectuales es decir la verdad y exponer las mentiras" (1969). En un mundo saturado de información y desinformación, esta tarea es más urgente que nunca. Perdónalos Chomsky, no saben lo que hacen.


Lic. Marcelo J. Silvera



Referencias:

Chomsky, N. (1969). La responsabilidad de los intelectuales. Galerna.

Chomsky, N. (1991). El miedo a la democracia. Crítica.

Herman, E. S., & Chomsky, N. (1990). Los guardianes de la libertad. Grijalbo Mondadori.

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